Lectura de hoy Sábado 19 de Julio
- coriesucm
- 19 jul
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Lectura I
Éxodo 12, 37-42
En aquellos días, los hijos de Israel partieron de Ramsés hacia Sukot; eran unos seiscientos mil hombres, sin contar a los niños. Salió también con ellos una enorme y abigarrada muchedumbre con grandes rebaños de ovejas, vacas y otros animales. De la masa que habían sacado de Egipto cocieron piezas de pan ázimo, no fermentado; pues los egipcios, al arrojarlos del país, no les dieron tiempo de dejar fermentar la masa, ni de tomar provisiones para el camino.
Los hijos de Israel estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. El mismo día que se cumplían los cuatrocientos treinta años, salieron de la tierra de Egipto todos los ejércitos del Señor. Esa noche veló el Señor, para sacarlos de Egipto. Por eso, esta noche será noche de vela en honor del Señor para todos los hijos de Israel, de generación en generación.
Salmo Responsorial
Del Salmo 135
R. Demos gracias al Señor, porque él es bueno.
Demos gracias al Señor, porque él es bueno; él se acordó de nosotros en nuestra humillacióny nos libró de nuestros enemigos.
R. Demos gracias al Señor, porque él es bueno.
Demos gracias al que hirió a los primogénitos egipciosy sacó a Israel de aquel país:con mano poderosa, con brazo extendido.
R. Demos gracias al Señor, porque él es bueno.
Demos gracias al que en dos partió el mar Rojo,condujo a Israel entre las aguasy arrojó en el mar Rojo al faraón y a su ejército.
R. Demos gracias al Señor, porque él es bueno.
Aclamación antes del Evangelio
2 Corintios 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.
R. Aleluya.

Evangelio según San Mateo 12, 14-21
En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:
Miren a mi siervo, a quien sostengo;
a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.
En él he puesto mi Espíritu,
para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará,
no hará oír su voz en las plazas,
no romperá la caña resquebrajada,
ni apagará la mecha que aún humea,
hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra;
y en él pondrán todas las naciones su esperanza.
Reflexión
Jesús, el Siervo del Padre, no impone su poder con gritos ni violencia. Se retira en silencio, obediente al designio divino, y sana en lo oculto, cumpliendo la profecía de Isaías. Él no aplasta al débil, lo levanta; no apaga la llama temblorosa, la reaviva.
Cristo es la justicia que no destruye, sino que restaura. En su mansedumbre se revela la verdadera fuerza del amor divino. En Él, todas las naciones y cada alma herida encuentran esperanza.
Oración
Señor Jesús, Siervo del Padre, dulce y humilde de corazón:
enséñame a amar con tu silencio,
a curar sin hacer ruido,
a servir sin buscar reconocimiento.
Sostén mi alma cuando soy una caña resquebrajada,
enciende de nuevo la llama cuando mi fe humea.
Sé mi justicia, mi esperanza y mi paz.
Amén.




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