
Lecturas de hoy jueves, 31 de Julio
- coriesucm
- 31 jul
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Primera lectura
Éxodo 40, 16-21. 34-38
En aquellos días, Moisés hizo todo lo que el Señor le había ordenado. El día primero del primer mes del año segundo, se construyó el santuario. Moisés lo construyó: colocó los pedestales y los tableros, puso los travesaños y levantó las columnas. Después desplegó la tienda por encima del santuario y sobre ella puso, además, un toldo, como el Señor se lo había ordenado.
Colocó las tablas de la alianza en el arca; puso debajo de ella los travesaños y por encima la cubrió con el propiciatorio. Llevó entonces el arca al santuario y colgó delante de ella un velo para ocultarla, como el Señor se lo había ordenado.
Entonces la nube cubrió la tienda de la reunión y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la tienda de la reunión, pues la nube se había posado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.
Y en todas las etapas, cuando la nube se quitaba de encima del santuario, los hijos de Israel levantaban el campamento, y cuando la nube no se quitaba, se quedaban en el mismo sitio. Durante el día la nube del Señor se posaba sobre el santuario y durante la noche había un fuego que podían ver todos los israelitas desde sus tiendas.
Salmo Responsorial
Salmo 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11
R. (2) Qué agradable, Señor, es tu morada.
Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.
R. Qué agradable, Señor, es tu morada.
Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío.
R. Qué agradable, Señor, es tu morada.
Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza, pues caminarán cada vez con más vigor.
R. Qué agradable, Señor, es tu morada.
Pues un día en tus atrios vale másque mil fuera de ellos, y yo prefiero el umbral de la casa de mi Dios, al lujoso palacio del perverso.
R. Qué agradable, Señor, es tu morada.
Aclamación antes del Evangelio
Cfr Hechos 16, 14
R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones
para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.
Evangelio según San Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?'' Ellos le contestaron: "Sí". Entonces él les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas".
Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.
Reflexión
Jesús nos revela hoy una verdad seria y llena de esperanza: el Reino de los cielos es como una red que se lanza al mar y recoge toda clase de peces. No excluye, no selecciona desde el inicio… todo y todos son llamados a ser parte del Reino.
Pero llega el momento de discernir. La red no se queda en el mar para siempre. Un día será recogida y allí se revelará la verdad de cada corazón. No se trata solo de “estar” en la Iglesia o de haber sido “pescado” por la gracia, sino de vivir con autenticidad, dejando que el Evangelio transforme nuestra vida.
Jesús no nos habla con condena, sino con misericordia y urgencia: ”¿Han entendido todo esto?”. Nos invita a mirar dentro, a elegir hoy ser peces luminosos, cargados de fe, esperanza y caridad.
Y termina con una imagen preciosa: el verdadero discípulo es como un padre de familia que sabe sacar de su tesoro lo antiguo y lo nuevo, es decir, que no guarda el Evangelio como algo viejo o lejano, sino como un tesoro vivo, actual y eficaz.
Oración breve
Señor Jesús, que tu Palabra me convierta en un pez bueno dentro de tu red. Líbrame de la indiferencia y del pecado, y hazme vivir con el corazón encendido por tu Reino. Amén.




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