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Lecturas de hoy sábado,  02 de Agosto

  • Foto del escritor: coriesucm
    coriesucm
  • 2 ago
  • 3 Min. de lectura


Primera lectura

Levίtico 25, 1. 8-17

El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí y le dijo: "Contarás siete semanas de años, siete por siete, o sea, cuarenta y nueve años. El día diez del séptimo mes, es decir, el día de la Expiación, harán sonar las trompetas y las harán sonar por todo el país.


Declararán santo el año cincuenta y proclamarán la liberación para todos los habitantes del país. Será para ustedes un año de jubileo; cada uno de ustedes recobrará sus propiedades y volverá a su familia.


El año cincuenta será para ustedes un año de jubileo; no sembrarán ni cosecharán lo que los campos produzcan por sí mismos; no harán la vendimia de las viñas sin cultivar. Puesto que es el año del jubileo, será sagrado para ustedes. Comerán de los productos de la cosecha anterior.


En este año jubilar todos recobrarán sus propiedades. Cuando le vendas o le compres alguna cosa a tu prójimo, no lo engañes. Ponle precio a lo que le compres a tu prójimo, atendiendo al número de años transcurridos desde el último jubileo; él te venderá a ti atendiendo a las cosechas anuales. Mientras más años falten para el jubileo, más aumentará el precio; mientras menos tiempo falte, más rebajarás el precio; porque lo que tu prójimo te vende son las cosechas que faltan.


Ninguno de ustedes haga daño a su hermano; antes bien, teman a su Dios, porque yo soy el Señor, Dios de ustedes''.


Salmo Responsorial

Salmo 66, 2-3. 5. 7-8


R. (4) Que te alaben, Señor, todo los pueblos.


Ten piedad de nosotros y bendícenos;

vuelve, Señor, tus ojos a nosotros.

Que conozca la tierra tu bondad

y los pueblos tu obra salvadora.

R. Que te alaben, Señor, todo los pueblos.


Las naciones con júbilo te canten,

porque juzgas al mundo con justicia;

con equidad tú juzgas a los pueblos

y riges en la tierra a las naciones.

R. Que te alaben, Señor, todo los pueblos.


La tierra ha producido ya sus frutos,

Dios nos has bendecido.

Que nos bendiga Dios

y que le rinda honor el mundo entero.

R. Que te alaben, Señor, todo los pueblos.


Aclamación antes del Evangelio

Mateo 5, 10

R. Aleluya, aleluya.

Dichosos los perseguidos por causa de la

justicia,

porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el

Señor.

R. Aleluya.


Evangelio según San Mateo 14, 1-12


En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: "Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas".


Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.


Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: "Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".


El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.


Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.


Reflexión:


El Evangelio de hoy nos habla de una escena dolorosa: la muerte de Juan el Bautista, el profeta que preparó el camino del Señor. Su voz incomodaba porque era libre. Decía la verdad aunque doliera. Y esa verdad terminó costándole la vida.

Herodes, aunque poderoso, era un hombre débil: temía la opinión de los demás, temía perder su imagen, temía a Juan… pero no temía ofender a Dios.

Juan, en cambio, es libre incluso en la prisión. Su cuerpo puede ser encadenado, pero su conciencia permanece firme. Su voz es silenciada en la tierra, pero su testimonio resuena en el Cielo.


💬 Este Evangelio nos invita a mirar dentro de nosotros:

– ¿Qué verdad estoy llamado a proclamar con mi vida?

– ¿Qué compromisos estoy evitando por miedo al “qué dirán”?

– ¿Estoy dispuesto a ser fiel, aunque eso implique incomodidad o rechazo?

Juan el Bautista murió por defender la verdad del amor y la fidelidad. Su martirio no fue una derrota, fue un triunfo silencioso, escondido ante los ojos del mundo, pero glorioso a los ojos de Dios.


Oración


Señor, dame el valor de vivir la verdad con coherencia,

aunque cueste, aunque duela, aunque me haga perder prestigio.

Que mi vida sea voz que señala siempre hacia Ti.


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