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Lecturas de hoy Sábado, 26 de Julio

  • Foto del escritor: coriesucm
    coriesucm
  • 26 jul
  • 3 Min. de lectura

Lectura I Éxodo 24, 3-8


En aquellos días, Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: “Haremos todo lo que dice el Señor”. 


Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie del monte y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel. 


Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos, como sacrificios pacíficos en honor del Señor; tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad. 


Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió: “Obedeceremos; haremos todo lo que manda el Señor”. 


Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído”. 


Salmo Responsorial

Del Salmo 49

R. Ofrécele al Señor tu gratitud. 


Habla el Dios de los dioses, el Señor, y convoca a cuantos viven en la tierra.

En Jerusalén, dechado de hermosura, el Señor se ha manifestado. 

R. Ofrécele al Señor tu gratitud. 


Congreguen ante mí a los que sellaron

Sobre el altar mi alianza.

Es Dios quien va a juzgar y el cielo mismo lo declara. R. Ofrécele al Señor tu gratitud.


Mejor ofrece a Dios tu gratitud y cumple tus promesas al Altísimo pues yo te libraré cuando me invoques y tú me darás gloria, agradecido. 

R. Ofrécele al Señor tu gratitud.


Aclamación antes del Evangelio

Santiago 1, 21


R. Aleluya, aleluya.

Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos.

R. Aleluya.


Evangelio según San Mateo 13, 24-30


En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: “El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.


Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’ Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero’ ”.


Reflexión:


En esta parábola, Jesús nos recuerda que en el corazón humano coexisten el bien y el mal. Aun cuando hemos recibido buena semilla —la Palabra, la gracia, las virtudes—, también se siembra la cizaña: el pecado, la tentación, las distracciones del mundo.


Es fácil desear arrancar la cizaña de inmediato, pero el Señor nos enseña paciencia y discernimiento. Él sabe que el juicio apresurado puede dañar también el trigo. Dios trabaja con amor en nuestro interior, esperando el tiempo de la cosecha, donde se revelará el fruto verdadero de nuestra vida.


No estamos solos. Jesús cultiva con ternura nuestro corazón. Nos invita a perseverar, a no desesperarnos por nuestras luchas internas, y a confiar en que su misericordia es más fuerte que nuestra debilidad.


Oración breve:


Señor Jesús, sembrador de vida, siembra en mi corazón tu Palabra y hazla crecer. No permitas que el mal ahogue mi alma. Dame paciencia y fidelidad hasta el día de la cosecha. Amén.

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